La semana pasada, tras el fracaso en los intentos por controlar la corrida cambiaria, se conocieron los nuevos “enroques” en el gabinete de Mauricio Macri. Luego de que Nicolás Caputo desplazara a Federico Sturzenegger quien estaba al frente del Banco Central de la República Argentina, el ministro coordinador y vocero del Fondo Monetario Internacional, Nicolás Dujovne, comunicó la reunificación de los ministerios de Economía y Finanzas, división generada en la propia “era Cambiemos”.
Por último, les tocó el turno a Juan José Aranguren, ministro de Energía y Minería, y Francisco Cabrera, ministro de Producción, de dejar sus cargos. Los nuevos designados al frente de esas carteras son Javier Iguacel y Dante Sica, respectivamente, quienes tienen claras instrucciones de resolver el problema de las tarifas y las compañías energéticas, por un lado, y los problemas de la industria nacional, por el otro.
Ahora bien, desde el momento en que un gobierno de cualquier color político decide pedir intervención al FMI para “prevenir la crisis” (aunque la crisis llegó hace rato…), dudo mucho que los cambios en el gabinete impidan que nos tape el agua, cuando ya vemos venir el tsunami. De cualquier manera, creo que estos cambios son nuevos “manotazos de ahogado” de un gobierno que improvisa medidas desde el mismo momento de su asunción.