El pasado 9 de mayo, desde la Junta Interna de ATE CITEDEF convocamos a una reunión de afiliados y afiliadas con el propósito de mostrar el balance administrativo de los últimos seis meses y discutir algunos temas institucionales. La reunión no fue muy populosa, pero demostró ser muy provechosa para la construcción de un plan de acción, ya que surgieron ideas muy interesantes. Pero nos sirvió -sobre todo- para replantearnos una pregunta que ronda nuestras cabezas desde el principio: ¿Cómo se debe encabezar la lucha cuando el gobierno parece vivir en otra realidad y no le tiembla el pulso para reprimir brutalmente cualquier reclamo a pesar de ser absolutamente legítimo? En este contexto, el modelo sindical clásico no parece surtir efecto alguno y se torna riesgoso. Pero entonces ¿qué debemos hacer?

La única respuesta que se nos presentó fue la necesidad de construir más diálogo entre nosotros, debatir ideas, proponer nuevas posibilidades. Sin dudas, ese es el camino que debemos tomar: debemos construir y ejercitar la UNIDAD. Esto no es nada nuevo, pero en este contexto político y social parece ser muy difícil de conseguir. Parece ser que todos los días hay marchas por aquí, movilizaciones por allá, gran cantidad de paros y huelgas en protesta del escaso aumento salarial, la supresión derechos laborales, la precarización, el ajuste y el tarifazo y un sinfín de legítimos reclamos, compartidos por la gran mayoría de la población. Esta atomización de la lucha es nuestro principal obstáculo.

Por eso, para ganar cualquier pelea, la unidad hace la fuerza y, como cualquier otro músculo, debemos ejercitarla para que ofrezca mejores resultados. Desde la Junta interna de ATE CITEDEF, nos comprometemos a perfeccionar la comunicación entre nosotros a partir de mejorar nuestros canales de información para que podamos hablar un mismo idioma, el de los trabajadores y trabajadoras en su conjunto, un idioma de clase cuyo objetivo sea la unidad. Porque a partir de reclamos y medidas atomizadas, sólo conseguiremos resultados parciales a costa de ser reprimidos, golpeados y detenidos. Pero juntos somos más fuertes y mucho más difíciles de detener.

La historia es una rueda…

La sabiduría popular está plagada de frases trilladas, pero no por eso dejan de ser apropiadas para analizar los acontecimientos de nuestra vida. Cuando decimos que la “historia es una rueda”, nos referimos justamente a que los hechos del pasado suelen volver a ocurrir y en ello recae la utilidad de estudiar, analizar y recrear la historia como una especie de pronóstico de los resultados de nuestros actos. Los pronósticos que resultan del análisis histórico no son absolutos, pero de manera similar a la meteorología, su probabilidad debe ser determinante para la toma de algunas decisiones (como llevar paraguas cuando nos pronostican lluvia). Ese es un detalle fundamental para tener en cuenta en la importante tarea de “hacer política”.

En los últimos días hemos visto volver a suceder hechos de nuestro pasado reciente, hemos vuelto a ver, por ejemplo, antiguos personajes de la vieja política que creíamos superados y olvidados. Supongo, además, que no deben ser muchas las personas que se alegran de volver a ver al gobierno golpeando las puertas del Fondo Monetario Internacional (FMI) con la consecuente coronación de un nuevo “superministro” con el mandato de ajustar y reducir el déficit sea como sea. Tampoco es grato volver a escuchar en las noticias conceptos como “recesión”, “estanflación”, “riesgo país” entre otros.

Ante este panorama, lo primero que suele ajustarse es el gasto público y, como sucedió anteriormente, los trabajadores y trabajadoras del Estado somos rotulados ante la sociedad como “un gasto más”. A esa idea hay que agregarle la estigmatización que venimos sufriendo desde hace años en los medios de comunicación y aún en los discursos oficiales. Vuelvo a decir que no es algo nuevo: hace dos décadas se había preparado el terreno de la misma forma para que el ajuste en el Estado sea aceptado por la opinión pública como “algo necesario”.

Marx, criticando el idealismo histórico de Hegel, escribió que la historia se repite dos veces, primero como tragedia y luego como farsa… pues, al parecer, tenía razón. Este momento de la Argentina, su contexto político y económico, no pueden definirse de otra forma que una farsa, una gran farsa político-mediática que en lugar de generar la catarsis por medio de la risa, nos provoca la parálisis del miedo a la crisis. Un compañero de CITEDEF solía decir que “siempre que pasa igual, sucede lo mismo”, por eso me pregunto cómo piensa hacer el gobierno para que no suceda lo mismo si todo lo que está pasando es igual a la situación previa a la crisis del 2001.